miércoles, 2 de septiembre de 2009

Tokyo: viernes 14 de agosto. Nos juntamos todos

El viernes era el día en que Santi y Montse volvían de Okinawa y en que cenaríamos con Vicens (un compi del curro) y Fredi (un colega suyo).


La tarde anterior nos habían dado una malísima noticia. Como el sábado 15 de agosto era festivo nacional en Japón, se aprocha el tema para hacer las "vacaciones". Es decir, desde el viernes hasta el domingo estaría todo prácticamente cerrado.

Obviamente en un país como Japón decir que es fiesta y que está todo cerrado pues casi es como en NYC, osea que el centro está todo abierto aprovechando que la gente se echa a la calle y puede ser que encuentres alguna cosilla cerrada.

El resultado era que lo que nos interesaba ver hoy viernes sobre todo, la lonja del pescado, iba a estar cerrado hasta el lunes y teniendo en cuenta que el mismo lunes ya nos íbamos pues nos iba a resultar imposible el verlo.

Así que lo que hicimos fue armarnos de valor y hacer la visita a la lonja más que nada porque íbamos con la tonta ilusión de que dependiendo de dónde estuviera y tal existiría la vana opción de ir el lunes de madrugada antes de coger el avión... en fin.

Así que allá que nos fuimos a las 9 de la mañana. Al llegar a la estación de metro vimos que había taquillas y que un par podrían alojar las maletas (no se puede entrar con maletas en la lonja) así que íbamos anotando estas cosillas.

La lonja está justo a la espalda de la estación de metro y realmente impresiona. No parece muy grande, básicamente tienen 4 ó 5 plataformas para las subastas y la presentación del pescado y en un trozo aparte los bares y restaurantes que se dedican exclusivamente a vender platos con el pescado más fresco que se pueda tener.

Aprovechamos que no había nadie (aparte de turistas) y estuvimos deambulando por allí haciendo fotos.

Después de salir de la lonja encontramos por fuera algunos otros puestos y restaurantes que sí estaban abiertos, pero eran las 10 y la verdad, no teníamos el cuerpo para pescado en ese mismo instante. Callejeamos y tal, vimos un vendedor de erizos, alguna pescadería abierta y tal.

Tras la lonja teníamos programado ir al Museo Nacional. Para llegar allí hay que ir en metro y atravesar el Parque Ueno que está muy mono. Este parque es más conocido por la cantidad de sin techo que alberga. En la guía lo advertía y en plan "por el día son prácticamente invisibles" pero ni por asomo, se ven y bien vistos. Con todo, según la guía (que ya no se si creerme) parece ser que la cantidad de sin techo que hay en Japón es bastante baja. De hecho es difícil pensar en que una cultura y una mentalidad individual como la de los japoneses tenga personas desvalidas así. Por lo demás igual que en cualquier otro país. Miradas perdidas, caras alcoholizadas, vergüenza, etc.

Tras atravesar el parque llegamos al Museo. Para mi gusto es un Museo que vale mucho la pena. Primero porque no es nada grande así que los que no aguantamos los museos ni el corte inglés estamos de suerte. Segundo porque tiene muchas cosas variadas. Y tercero porque muestra muy bien la cultura japonesa que es lo que esperas si vas a Japón, no? encontrar cosas de allí. Es un edificio antiguo y señorial (tipo palacio) con 2 plantas y el sótano con la tienda. Lo que se puede encontrar allí son pinturas antiguas, utensilios guerreros (cascos, corazas, armaduras, espadas, etc.), pinturas de murales y puertas correderas, temas de escritura en Kanji, grabados (como el del monte Fuji muy famoso), etc.

A la salida encontramos un taller de grabados. Nos dieron un papel y en una mesa circular se pasaba por las distintas etapas del grabado. Para los neófitos deciros que un grabado es una plancha (normalmente de metal) donde se ha tallado el dibujo del revés de forma que al poner tinta, un papel y hacer presión, se queda impreso el dibujo en el papel (vamos como la imprenta tradicional de toda la vida). La dificultad en este caso es que este grabado tiene colores!!!. Puede parecer sencillo ahora, pero en su día era un revolución. El artista idea el dibujo y marca los colores. Por la propia dificultad técnica lo que se hace es poner algunos motivos del mismo color y jugar con una cantidad limitada de colores.

El caso es que en la primera etapa grabamos el fondo, luego las barcas, luego detalles de las olas, luego detalles del monte Fuji, etc. hasta que tenemos el dibujo final. Os pongo una foto del museo en el se explica paso a paso el grabado.


Si queréis ver el detalle, pinchad aquí.
En la foto se aprecia en las dos líneas de cuadros del centro la evolución del grabado y en las filas de arriba se ve lo que se va "añadiendo" con cada pasada.

Después volvimos nuestros pasos por el parque y nos fuimos hacia Akihabara porque queríamos comprar una cámara de fotos para mi hermano. Como habíamos comido muy bien en el centro comerdial Odobayashi el primer día decidimos ir al mismo sitio y la verdad es que encontrarlo fue una pequeña pesadilla sobre todo porque estábamos hambrientos.

Nos metimos en uno de estos giratorios que van pasando los platos. Más que nada porque nos apetecía no tener que pensar mucho y estos sitios son baratos y fáciles de comer. Tampoco tienen tan mala pinta como aquí en Bcn así que allí que nos fuimos.

Me alucinó que para cobrarte los platos resulta que los platos tienen un chip RFID que permite identificarlos y con un aparatito la camarera los calculaba y te daba el ticket con el precio total. A ver cuando vemos algo así en una tasca vasca con los palillos y todo.

Después de comer nos volvimos al hotel porque habíamos quedado para cenar y teníamos que ver dónde ir.

Habíamos oído hablar del Restaurante Ninja donde los camareros y cocineros van vestidos al uso y te hacen parafernalia ninja pero viendo los precios que comentaban nos echamos un poco para atrás.

Como Roppongi (donde teníamos el hotel) parece ser una de las zonas de marcha pensamos en ir a cenar por allí cerca así que acabamos en uno de la guía que nos llamó la atención. Es un restaurante que por dentro parece que sea tal cual la edad media por la iluminación, las mesas, la decoración, etc. Además Santi había leído en alguna parte que allí se rodó la escena de la batalla con los 77 maníacos de Kill Bill. Yo no las tenía todas conmigo, porque faltaban varias de las cosas, pero bueno, todos sabemos que el cine es pura magia así que, quién sabe.

El RRPP del local era un nigeriano de unos 2 metros muy cachondo que no paraba de ir por las mesas metiendo bulla y haciendo reír al personal. La comida no estuvo muy allá y a base de cervezas acabamos pagando una barbaridad, pero... lo pasamos muy bien.

Ya estábamos todos así que yo estaba con muchas ganas de contarle a Vicens cositas que ver en Kyoto y tal. Ellos ya se habían pateado ese día Shibuya y estaban flipando tal y como se queda uno cuando es su segundo día en Japón (después del jet lag).

Vicens estuvo contándonos cómo habían pasado el día, el jet lag, el golpe que se dió en la pierna por culpa del jet lag, etc.

Después de la cena se nos antojó ir a un bar imitación del "The Cavern" dónde un grupo imitaba a los Beatles. Como nos apetecía ver música en directo allá que fuimos. Fue un atraco a mano armada. Para entrar cobraban una especie de entrada y no incluía bebida, así que entre la entrada y la bebida nos soplaron un montón de pasta. No vayáis, no vale la pena.

La música no estuvo mal, se aceptan peticiones y los músicos cada hora tocan unos 20 ó 30 minutos.

De aquí nos fuimos al hotel que lo teníamos al lado.

Vicens y Fredi se quedaron un rato más y los pobres al salir de allí se vieron acosados de una maraña de gentuza que los cogía para que subieran a los locales de top less y demás. Se ve que van a saco, de hecho en el cruce de Roppongi hay un cartel que pone que la policía multará a los que corten el paso de los viandantes, los cojan y los molesten con la intención de que vayan a sus locales, pero vamos, no vimos policía por allí.

Al día siguiente queríamos ir a la calle donde venden utensilios para los restaurantes (las reproducciones de platos, tazas, copas, banderolas para los hoteles, etc.).