lunes, 31 de agosto de 2009

Tokyo: miércoles 13 de agosto

Este día era al completo Tokyo y la idea era empezar el rally final para ver lo que quedaba de ciudad.

En un principio queríamos ir de compras pero al llegar a Harajuku para ir por la zona de Omote-sando nos encontramos que casi todo lo abrían a las 11 y como era bien temprano empezamos a tener dudas.

La alternativa era irnos a un barrio "recóndito" que nos indicaba la Lonely Planet y que tenía muy buena pinta. Casi siempre que podemos intentamos localizar estos barrios en las ciudades que visitamos así que en esta ocasión no iba a ser menos. Además, la idea de ir cargados con las compras todo el día no nos hacía especial ilusión.

El problema es que el sol caía a plomo y pensamos que tal vez por aquella zona (desconocida) sería demasiado tute ya que a la tarde teníamos intención de hacer la "jornada de compras".

Volvimos atrás mientras nos pensábamos el tema y fuimos a echar un vistazo de cerca al Estadio Nacional de Tokyo. La verdad es que es un edificio impresionante. Vimos alguna puerta abierta e intentamos entrar pero al parecer estaban preparando un concierto y no se podía entrar para verlo.

Entre qué íbamos y volvíamos decidimos posponer lo del barrio alternativo y dedicarnos a pasear por otra zona buscando una tienda de libros y paseando simplemente.

La tienda de libros es una bastante grande (en plan 4 ó 5 plantas de libros) y nos entretuvimos un rato. En la sección de libros en otros idiomas encontramos una pequeña estantería con manga y tenía el capítulo 1 de Dr. Slump y de Bola de Drac (Dragon Ball) así que no me pude resistir y los compré.

También encontramos libros de papiroflexia para hacer cosas como la foto que os pongo. No lo compramos porque la verdad, nos hacíamos líos con un libro sencillo así que esto podría ser una tortura.

Seguimos paseando y estuvimos cerca del centro comercial Isetan. Es curioso porque es de los pocos edificios art deco que tiene la ciudad.

De aquí acabamos buscando unas callejuelas para ir a tomar copas cerca del barrio rojo y las encontramos. A pleno sol podías darte cuenta del ambiente que se respiraba allí y que por la noche para unos occidentales debería ser un poco como una aventura salvaje y exótica porque daba un poco de miedo.

Desde aquí seguimos paseando por el barrio rojo buscando algo de comer. Aprovechada la experiencia de Akihabara nos fuimos a un centro comercial a la planta de restaurantes y buscamos el de sushi y sashimi que nos apetecía. Ahora que estoy aquí en España pienso que deberíamos haber comido más porque no lo encontraremos tan bueno.

Tras la comilona y como estábamos cerca, decidimos ir al edificio del Ayto. de Tokyo que tiene un mirador gratuito en la planta 45. Nosotros ya habíamos ido de noche así que nos pareció interesante ir a mediodía para ver qué tal. Aunque había algo de neblina (inevitable en esta época del año) la verdad es que el espectáculo es impresionante.

Después del Ayto. seguimos paseando por la zona de rascacielos con destino a Harajuku. La idea era ir a ver Kiddy Land, un edificio de 5 plantas sólo de juguetes. Era la oportunidad perfecta para los regalitos de los sobrinos y los míos ;). Así dicho da un poco de miedo, 5 plantas, aunque en realidad no son muy grandes. La 3ª es todo de Snoopy (ya ves). La 5ª todo de robots y merchandising de muñecos de series. Acabé comprándome un Mazinger Z, una caja sorpresa de Musculman y otra de Dr. Slump (de las que compré unas cuantas para regalar a mis compis de trabajo). Las cajas estas son un poco putada porque no sabes lo que te lleva dentro así que puedes tener suerte y que te toque Musculman o no y te toca otro que ni recuerdas quien era. Los tengo en casa así que en cuanto pueda haré una foto. Debería haber comprado 10 de cada pero la verdad es que la maleta ya la llevaba al reventón.

Después de la tienda de juguetes fuimos a la tienda del MoMA de NYC que tienen una sucursal muy cerca para chafardear un rato y en cuanto salimos nos dió el bajón así que tuvimos que ir a sentarnos un rato a un sitio (el primero que encontramos, una creperie) y comer algo (una crepe, que resultó lo más occidental que comimos en todo este viaje).

La cena con Vicens sería al día siguiente y la verdad es que me apetecía verlo para contarle cositas que tenía que tener en cuenta tanto en Tokyo como en Kyoto.

martes, 25 de agosto de 2009

Vuelta a Tokyo


Después de nuestra aventura en Koyasan la siguiente etapa era Tokyo, así que después del bus, el funicular, un tren local, un tren regional y un shinkansen llegamos hasta Tokyo. Total, desde las 9 de la mañana hasta las 16 horas.

Una vez llegados a Tokyo nos volvimos a alojar en el hotel y nos dispusimos a irnos de cena.

Para la cena decidimos ir hacia Omote-sando que es una zona cercana al parque de Yoyogi (donde se ponen los japoneses disfrazados y eso). Esta zona tiene cómo no centros comerciales (eso sí diseñados por grandes arquitectos) y muchas tiendas de firmas importantes. Os pongo alguna foto.

En la wallpaper de Tokyo salía un restaurante donde hacían unas costillas (o carne) de cerdo rebozadas y fritas así que allá fuimos para ver qué tal. La verdad es que para la fama que le ponía la guía no era suficiente.

Después de cenar seguimos dando un garbeo y luego al hotel que el metro lo cierran a las 12.

Mañana de paseo por Tokyo y quedaremos a cenar con Vicens (un compi de mi curro).

miércoles, 19 de agosto de 2009

Koyasan

Koyasan es un pueblecito de montaña que en su momeno se convirtió en un centro importante del Budismo. De hecho hay multitud de templos y tal y como dice la guía, todo budista que se precie desea tener algún hueso o mechón del pelo enterrado en el cementerio de Okunoin

El trayecto hasta llegar a Koyasan es muy chulo porque desde Gokurakubashi se empieza a subir la montaña y el paisaje es muy bonito, todo rodeado de montañas, siguiendo un río, etc.

Al llegar al pie de la montaña hay que coger un funicular hasta lo alto que tarda unos 5 minutos. Y al llegar a la estación hay que coger un bus porque hasta el pueblo hay una carretera por donde no se puede caminar por seguridad (y negociete, porque no tienes otra que ir en bus).

El pueblo en realidad es una calle de algo más de 5 km. y otra perpendicular de 1 km. Al bajar del bus nos dirijimos al templo Okuin que es donde teníamos el alojamiento. Hicimos el checkin y os llevaron a la habitación. Como todo alojamiento tradicional, a la entrada tienen un espacio preparado para que te descalces y te pongas unas babuchas de interior. El problema de estas babuchas es que para los que tenemos el pie más grande de la media pues es una tortura porque el pie desborda por todas partes y duele…

La habitación estaba muy bien y era espaciosa. Las ventanas daban al jardín interior cosa que estaba muy bien. Lástima que no tuvieran aire acondicionado porque hacía un calor brutal, sobre todo por la humedad que hace.

Al llegar nos preguntaron si queríamos ir a la ceremonia a las 6.30 y luego a la ceremonia del fuego a las 7. Obviamente dijimos que sí aunque tuviésemos que madrugar.

Tras dejar las maletas nos fuimos a recorrer el pueblo y ver los templos. La verdad es que impresionan un montón.

Para comer fuimos a un restaurante de la guía y yo me pedí un plato de ramen y Pat unos makis. El tema del wasabi es un punto porque aquí el wasabi se pone dentro de la pieza y no aparte así que puede ser que cojas un maki y pique un montón. El truco para el picor del wasabi es muy fácil. Sólo hay que taparse la nariz y beber algo. Lo probamos y funcionó!!! De todas formas al resto les quitamos el wasabi de dentro porque algunas piezas estaban realmente fuertes.

A las 5.30 era la cena así que hicimos tiempo en otro templo y luego nos fuimos para allá, nos duchamos y nos dispusimos para la cena vegetariana (sic). La verdad es que no estaba nada mal, obviamente siempre agradeces algún trocito de pescado o carne y tal, pero lo que nos dieron no estaba mal. Comimos una cosa que parecía una esponja que la verdad es que estaba muy buena. También comimos varias versiones de Tofu.

Después de cenar nos fuimos a pasear por el cementerio Okunoin que la verdad es que es impresionante. Hay un montón de farolillos y monumentos funerarios, algunos se les ve superviejos, con musgo por todos lados. Los árboles son altísimos y conforme entras desaparece el ruido de los pocos coches que pasan cerca y comienza la sinfonía de las urracas y las cigarras gigantes.

Poco a poco se nos fue haciendo de noche y el camino quedó iluminado sólo por algunos farolillos y alguna farola en puntos clave. Intentamos seguir lo que nos iba diciendo la guía pero con la oscuridad pronto nos dimos cuenta que no valía la pena continuar.

Como al día siguiente teníamos que madrugar decidimos irnos a dormir.

A las 6 sonó el despertador y nos preparamos para cuando nos avisaran. Sobre y cuarto vinieron y nos fueron recogiendo a los que íbamos a la ceremonia. Nos llevaron a la sala principal del templo y nos sentamos todos. La ceremonia está compuesta por un personaje central que va leyendo y realizando cosas. A ambos lados hay 2 monjes que van leyendo también sobre el libro pero cantando, creando un sonsonete que consigue que te quedes totalmente concentrado y casi en trance. Uno de los monjes va tocando un tambor y el otro unos platillos.

Tras acabar el monje principal nos dio una especie de sermón y nos invitó a rodear el altar para ver el buda principal.

Tras esto nos llevaron a otra sala mas apartada donde se celebra la ceremonia del fuego. Por lo que pude entender consiste en encender un fuego mientras un monje va cantando. Cuando el fuego ya está en su punto álgido van acercando unas tablillas con las peticiones de los fieles y con un movimiento rápido acerca las tablillas al fuego, se prenden y con el movimiento de vuelta se apagan así que tanto los papelitos como la tablilla va quedando chamuscado. Después otro sermón y de nuevo bendición.

Aquí en Koyasan uno de los templos que fuimos a visitar se había quemado varias veces y la última decidieron construirlo en hormigón (respetando la imagen y tal osea que casi ni se nota). Nosotros nos quedamos con la duda de saber cómo puede ser que algo así se queme y tras la ceremonia del fuego lo entendimos porque la verdad es que se entiende perfectamente que al hacer el fuego o trajinar con el, en un momento dado saltara una chispa y se quemara todo.

Tras la ceremonia vino el desayuno (vegetariano) que también consistía en 3 ó 4 versiones de Tofu, arroz, etc.

Después de esto emprendimos camino a Tokyo que serían unas 6 horas contando el funicular, un tren, otro tren, un metro y luego el Shinkansen.




viernes, 14 de agosto de 2009

Nara

Después del día tan malo en Wakayama decidimos que la mejor opción era ir a Nara.

En Nara básicamente hay que hacer una ruta de medio día (aprox) viendo templos. Hay alguno bastante grande.

Además, es conocida porque en los recintos de los templos y casi en el límite de lo que sería la ciudad hay un montón de ciervos salvajes. En su día, se pensó que eran mensajeros de los dioses o que estaban más cerca de los dioses, el caso es que los protegían y al final se han convertido en un “tesoro nacional”. Cuando sales de las calles de Nara para enfilar la ruta es muy curioso porque enseguida te los encuentras.

Lejos de ser algo “mono” lo que se ha convertido es en un pequeño circo. A lo largo de la ruta hay varios puestos de galletas para ciervos y ellos que no son tontos saben dónde se tienen que poner para comer. Así que la multitud de turistas compran galletas y alrededor del puesto hay como 10 o 15 ciervos esperando que sólo tienen que avasallar al visitante que casi siempre suelta las galletas por miedo a llevarse un bocado.

Nosotros no compramos galletas, con ver cómo los demás sufrían la voracidad de los ciervos era suficiente.


El día no acompañó para nada, de hecho estuvo lloviendo prácticamente todo el rato que estuvimos por allí. Al final tuvimos que comprar paraguas porque era imposible.

Lo de los templos es un poco más de lo mismo, más grandes, con el Buda así o asá, etc. El que fuimos a ver tenía una puerta previa con 2 fieros guardianes labrados en madera del s. XII o así, la verdad es que impresionaban. Después de la puerta entrabas en el recinto y la sala principal con un buda gigante de nosecuantas toneladas de bronce y algo de oro.

Después estuvimos paseando por los otros templos y recintos.

Comimos en uno que tenía una balconada donde se veía el templo de antes y la llanura de Nara, lástima que con la lluvia y la niebla no se veía mucho, pero igualmente impresionaba.

Al final volvimos hacia Wakayama y como casi todo estaba cerrado por la hora comimos en la estación en un baretillo de los que había por allí. Al lado teníamos un koreano pesao que nos dio la cena y para colmo fue cara para lo que comimos.

jueves, 13 de agosto de 2009

Wakayama


El porqué elegimos Wakayama es una pequeña larga historia. El tema es que la península de Kansai, al sur de Kyoto tiene una costa bastante interesante y un centro no menos apañado. El problema del centro es que no está muy bien comunicado así que a menos que se tengan muchos días no es operativo visitarlo.
La costa en cambio sí ofrece varias zonas con onsen o con playas y vistas que merecen la pena. Cuando empezamos a mirarlo vimos que valía la pena hacer 2 cosas, ir a estas cosas y visitar Koya-san, un centro de templos en alta montaña donde se puede dormir allí.
El caso es que si quieres ir a Koya-san, las costas no da tiempo (insisto, a menos que tengas mucho tiempo). Asi que esto nos mareó un poco.
Shirahama parece ser una especie de Benidorm a la japonesa pero la guía indicaba que valía la pena, sobre todo porque cerca había excursiones chulas. Pero Shirahama está en plenas fiestas así que todo estaba ocupado.
Mirando la guía vimos Wakayama como la mejor opción para escaparnos al extremo de la península y después estar cerca de Koya-san. Para ir a Koya-san hay que coger 2 ó 3 trenes, un funicular y un autobús, así que la cosa se alarga a 3 horas más o menos.
Como justo estábamos mirando el tema de lo caro que es el alojamiento, busqué algún hotel barato sin mirar las recomendaciones y tal (craso error) y así nos fue.
El caso es que al llegar desde Kyoto estábamos algo cansados y era un día gris. Para colmo, estuvimos 45 minutos arrastrando las maletas porque no encontrábamos el hotel. Cuando lo encontramos el alma se nos cayó a los pies. Comparado con el hotel de Kyoto, nos costaba sólo unos 15 euros más barata la noche lo que hace que no sea nada barato.
Llamarlo hotel no es digno de un país como Japón. Debería ser pensión de mala muerte. El lavabo todo siliconeado por las fugas de agua. Aparte de minúsculo, tiene un sistema que hace que el agua pase del grifo del lavabo al grifo de la ducha.
Viendo el panorama, decidimos cancelar la segunda noche a lo que nos dijeron que nos devolvían sólo la mitad del coste (30 euros a la basura). Decidimos ir a comer y preguntar en la oficina de turismo.
La opción era adelantar la noche en Koya-san y así llegar a Tokyo un día antes, pero en Koya-san estaba todo lleno. Al decirle el hotel donde estábamos la chica de turismo se espantó y todo y nos recomendó que cambiáramos pero al que llamó el precio era demasiado alto (entre lo que iba a costar y lo que perdíamos por cancelar la segunda noche) así que decidimos hacernos los valientes y dormir las 2 noches allí.
Acto seguido cogimos un bus hacia la zona de la playa a ver qué tal (aunque estaba lloviendo y con muy poca luz). Nos equivocamos y acabamos en la última parada y para sorpresa nuestra, el bus cambiaba de número y hacía otra ruta de vuelta sin pasar por la estación así que teníamos que esperar 30 minutos allí a que llegara el bus que se convertiría en el que nos devolvía allí.
Al llegar, como era tarde buscamos un sitio para cenar y acabamos en un restaurante pequeño comiendo fideos con costilla de cerdo. La verdad es que cansados, algo mojados de la lluvia y enojados como estábamos, los fideos nos vinieron de lujo.
Como no podíamos adelantar los planes e ir hacia el extremo de la península era una locura, decidimos ir a Nara al día siguiente para aprovechar un poco que nos había quedado pendiente.

Kyoto y Uji (Templo Byodoin)

Vídeo de Kyoto.


En un primer momento la opción era ir el sábado a Nara. Nara es una ciudad cercana a Kyoto que fue capital de la nación hasta 1500 cuando por motivos políticos se quiso limitar el poder de los sacerdotes.

La ventaja de esto es que en la segunda guerra mundial Nara no fue bombardeada como Kyoto por lo que conserva mucha de la arquitectura de la época.

Después de la experiencia de sol achicharrante del viernes (con las bicis), del calor asfixiante y que dedujimos de la guía que el máximo interés son los templos, decidimos que tal vez valdría la pena pasar otro día en Kyoto y dejar Nara para otra ocasión.

En Tsumago, la hija del propietario nos había indicado que podríamos ir a ver el templo Byodoin que sale en las monedas de 10 yenes. Investigamos un poco y vimos que no estaba lejos así que decidimos ir a verlo y volver a hora de comer en Kyoto para aprovechar la última tarde aquí.

Para ver este templo hay que coger un tren hasta Uji. Por Uji también pasa un río y cómo no el puente es muy bonito.

La excursión empezó bien porque encontramos un supermercado tal y como lo conocemos en España (en las grandes ciudades sobre todo hay tiendas de conveniencia) y al entrar a comprar agua vimos que tenían makis recién cortados, sushi, sashimi, bolinches de arroz, etc. Más adelante también encontramos una tienda de souvenirs que nos pareció más barata que en Kyoto así que a la vuelta del templo aprovecharíamos para terminar de comprar regalos (sigo sin encontrar imanes).

El recinto del templo parece un jardín con su entrada, su laguito, sus zonas de hierba y árboles, etc. La entrada cuesta 600 yenes e incluye la entrada a un pequeño museo.

Este templo es budista y está dedicado a la figura del ave fénix, símbolo en Japón. El edificio principal está compuesto por una nave central con un Buda y numerosos “ángeles” y a dos lados un edificio más pequeño, abierto. En el techo del principal hay 2 fénix enfrentados. Todo esto, en un lago.

El museo es sobre el templo y muestra los fénix originales y los ángeles que se consideran maestros en un arte y muestran la herramienta en cuestión: tambores, flautas, etc.

El museo en sí está muy chulo porque es de paredes de hormigón con efecto madera y la estructura es muy fresca y acogedora.

Después del templo fuimos a ver el puente y la tienda de souvenirs. Con el calor que hacía apetecía un montón bañarse.

Antes de coger el tren decidimos comprar comida en el super y así llegar a Kyoto comidos.

Comimos en la estación y al llegar a Kyoto nos fuimos directamente al museo del manga que está justo detrás del hotel. La verdad es que fue un poco decepcionante porque más que un museo parece una biblioteca. 2 plantas enteras de estanterías con todos los mangas habidos y por haber. Lo mejor el sótano con una exposición de mangas antiguos y poco más. Hasta la tienda era una miseria, con la cantidad de merchandising que debe haber en general de todos los mangas, pues sólo tenían algunas camisetas, tacitas, etc. ni posters, ni mangas, ni nada.

Después del museo venía la odisea de enviar la placa de metal a Barcelona. En la tienda nos la habían empaquetado con plástico de burbujas 2 veces para que estuviera lo más protegida posible, pero hacía falta que estuviera envuelta en papel de estraza o similar. Lo primero era ir a Correos que al menos estaba a 2 calles del hotel para ver si se podía enviar y como. Santi nos había dicho que existe un sistema internacional que se llama AMS que te envía el paquete entre 3 y 5 días. Así que al preguntar nos mostraron 2 papeles y en uno de ellos estaban las siglas AMS así que ese nos quedamos. A partir de aquí venía lo difícil, encontrar papel de envolver porque confiábamos que en Correos tendrían y fue que no.

Muy cerca de Correos está el Museo de Kyoto y fuimos allí para preguntar a alguien que hablara inglés sobre dónde podríamos encontrar papel de envolver. En el museo una bedel no nos entendió muy bien pero nos envió a una tienda anexa donde venden papel. En Japón el papel es muy famoso porque hasta hace bien poco tenían el mejor papel del mundo. Así que no es de extrañar que tengan una tienda sólo de papeles. Allá que nos fuimos. Justo al lado del mostrador había un rollo de papel usado así que fue fácil decirle que buscábamos ese papel para envolver la placa (precisamente la tienda estaba enfrente y nos habíamos cruzado con el dueño). Nos dijo que sólo tenía un papel que podría servir pero no era de envolver así que sería caro comprarlo sólo para eso. La chica cogió el rollo de papel de estraza y lo extendió y nos dijo que si nos era suficiente nos lo regalaba. No veas qué suerte!!! Volvimos corriendo a Correos y empaquetamos la placa, rellenamos el papel y lo enviamos.

Tras esto habíamos visto una ruta por la parte de arriba de Gion (donde las geishas) que al parecer en la guía indicaba que era muy bonita. Así que allá que nos fuimos.

Por el camino encontramos en el margen del río unas casetas tipo feria y bajamos a ver qué había de interesante. Eran casetas con comida, manualidades, enseñando la ceremonia del té, etc. Patri compró una mazorca que estaba buenísima.



Seguimos adelante y al final encontramos las calles que indicaba la ruta. La verdad es que es una zona que vale la pena ir, son calles pequeñas con casas tradicionales y muy bonitas. También encontramos un templo con un Buda gigante. Estuvimos paseando un buen rato y vimos a muchas chicas vestidas con el kimono tradicional, supongo que al ser sábado les gusta prepararse así y salir a la calle. Los kimonos suelen ser muy bonitos y vistosos y la manera en que los llevan te dan ganas de ponerte uno.

Cuando acabamos de recorrer las callejuelas estábamos muy cansados así que después de pensarlo bien, decidimos coger un bus que nos acercara un poco al hotel porque estábamos algo lejos. Encontramos una parada que llevaba a Kyoto station y lo cogimos. Tuvimos la suerte de estar los primeros en la puerta y pudimos sentarnos que fue un alivio no solo por lo cansados que estábamos sino porque el bus se llenó hasta reventar y los que estaban de pié no iban muy cómodos.

Al llegar a la estación estábamos dispuestos a cenar en cualquier sitio aunque fuera MCDonalds pero no vimos nada por allí así que cogimos el metro hasta el hotel. En la calle, cerca de Correos habíha visto uno así que allí nos fuimos pero estaba cerrado. Ya nos dábamos por vencidos pensando en cenar sólo bolinches cuando nos decidimos a entrar en “French Tomato”. Entramos porque vimos un cartelito que ponía “Teriyaki set” y los otros estaba todo en japonés. Entramos y fue una de las mejores elecciones.

El bar era muy parecido a uno español, una barra con sillas y espacio para cenar, unos parroquianos y un matrimonio, él cocinando y ella amenizando la velada con su conversación. Su inglés era mucho mejor que la media así que fue fácil comunicarse. Al parecer su hijo estuvo en Sevilla 6 años aprendiendo a tocar la guitarra flamenca y ahora estaba en Kyoto tocando en un local. Sabía algunas frases típicas en español y la verdad es que fue muy amable. Nos regalo 2 tapas típicas de Kyoto, unos pimientitos con cebolla y pescado super pequeño y luego unos trozos de pepino macerado. La cena estaba compuesta por una ensalada japonesa con tomate (que estaba muy bueno para lo que nos imaginábamos de Kyoto), una sopa que llevaba hilitos de zanahoria y pimienta. Después el pollo teriyaki (que estaba delicioso) con arroz acompañado. Todo regado con una cerveza Asahi super dry. Simplemente, “Gochiso-sama deshita” (un auténtico festín).

El próximo día nos vamos a Wakayama y Koya-san

sábado, 8 de agosto de 2009

Kyoto

El viernes tocaba Kyoto todo el día.

El problema de Kyoto por estas fechas es que hace muchísimo calor y además una humedad muy alta (típica de los países asiáticos). Además la ciudad está en un valle entre montañas lo que la tiene encerrada con un microclima.

Es por eso que casi todos los japoneses van con una toallita al cuello, para poder enjuagarse el sudor.

El transporte en Japón es caro y además no tienen bonos de 10 o similar así que lo único que se puede hacer es comprar en España una especie de bono tren para una de las compañías (la Japan Rail). El problema es que no todo es JR así que acabas pagando metro. El metro se paga en función del origen y el destino y en Tokyo hay una que se paga más porque está hecha muy profunda (no les quedaba sitio). Es como si la línea 9 de bcn (el día que la abran) valiera más porque esté a 80 metros.

Para recorrer la ciudad decidimos alquilar bicicletas así que eso hicimos. Lo primero fue ir hacia el Palacio Imperial. Ahora mismo parece que sea un parque (como si fuera Central Park) pero que dentro tiene los distintos edificios de lo que sería el complejo residencial de los emperadores. Se puede entrar al recinto del Palacio aunque sólo hay visitas a las 10 y a las 14 horas. Previamente debes ir a una oficina con el pasaporte para que te den el permiso especial. Nosotros nos recorrimos un poco el parque y luego localizamos la oficina para poder ir a la visita de las 14. Al enterarnos que sólo se vería por fuera, nos quedamos un poco decepcionados.

Como era temprano decidimos explorar un poco la ciudad. Así que nos buscamos un templo apañao al que ir y así lo hicimos. La verdad es que la vuelta estuvo muy bien pero nos dimos un paseo de tres pares. Y aquí entró en contra nuestra los elementos.

El calor y el sol nos hacía sudar un montón que sumado al esfuerzo de la bici nos tenía comprando agua cada 15 minutos. Sobres las 12.30 encontramos por el camino, cerca de Gion una tienda de kimonos y cosas así de segunda mano y compramos un par de Yukatas (kimono de verano) por 1000 yenes cada uno.




Como estábamos un poco perjudicados de la vuelta y vimos que se nos hacía tarde para llegar a la visita del Palacio, decidimos dejarlo estar e irnos al hotel. Nos duchamos y cambiamos y nos fuimos otra vez.

El destino fue el mercado Nishiki. Es un mercado de comida que está puesto en unas 3 ó 4 calles. La verdad es que vale mucho la pena ir. Aquí encuentras un montón de referentes acerca de la comida japonesa: verduras maceradas, especias, tipos de arroz, pescados, golosinas, postres, etc. Además alguna que otra tienda de souvenirs lo que viene muy bien para cumplir con los regalos (y aún no he encontrado imanes de nevera, para mi que no hay).

Por el camino en bici habíamos comprado bolinches de arroz. Es una bola de arroz rellena de pescado o carne o verduras envuelta la mitad en alga para que lo puedas "coger" sin problemas. Además de estar buenísima llena un montón. A pesar de esto, en el mercado se nos abrió el apetito así que acabamos en un puesto de pescado que tenía adyacente una pequeña barra donde servían ostras, caracoles de mar, calamar salteado, vieras... todo buenísimo. El chico que estaba allí no hablaba mucho inglés así que fue todo a base de gestos hasta que una familia china nos dejó una guía donde venía el local con fotos de las especialidades. Un verdadero festín.

Yo tenía antojo de makis así que seguimos con el mercado con la idea de que encontrásemos algún puesto y así fue. Como era más que nada para picar algo más y sentarnos otro rato nos pedimos un rulo de salmón que estaba buenísimo.

De aquí volvimos a callejear hasta que acabamos en la tienda de antigüedades del otro día donde vimos las placas metálicas. Estuvimos mirando y al final compramos la más chula de todas. Es una placa vertical con una estrella en la parte de arriba y debajo escrito "Cerveza japonesa". Es de una embotelladora japonesa de 2 empresas que se fusionaron. El problema es que mide 1,30 cm de alto por 25 de ancho y no creo que nos lo dejen llevar como "equipaje de mano". No tengo fotos porque nos lo envolvieron en plástico de burbujas y era difícil de quitar y volver a poner. A ver cómo lo hacemos...

De vuelta al hotel nos juntamos con Santi y Montse que ya habían cenado y todo así que nos dedicamos a buscar algún sitio para cenar. Acabamos en la planta de restaurantes de un centro comercial cercano comiendo de nuevo Ramen de carne que aunque no estaba como los de Tokyo cumplieron a la perfección su papel.

El sábado destino a Uji a ver el templo Byodoin que sale en las monedas de 10 yenes.

viernes, 7 de agosto de 2009

Tsumago - Kyoto

Os pongo el vídeo de la segunda cena en el Fujioto Ryokan de Tsumago. No os perdáis la escena de las abejas y del cangrejo.


Desde Tsumago el plan era ir a Kyoto.
Kyoto fue durante muchísimo tiempo (siglos) la capital de Japón así que se supone que algo tiene que quedar. Es cierto que sufrió muchísimos ataques internos así que algunas de las cosas están reconstruidas desde hace tiempo. Pero vamos, es como si el Escorial hubiese sido reconstruido en 1700 o así.

El viaje estuvo divertido. Para ir a la estación de tren de Tsumago el propietario del Fujioto Ryokan nos llevó en su propio coche. Fue realmente amable y tal y como habíamos hablado entre nosotros le facilitamos un listado de traducciones de frases típicas en castellano para que pudiera practicar. En la cena del segundo día, se trajo una libreta y fue apuntando cosas conforme nosotros le íbamos indicando. Le hizo tremenda ilusión y nos lo estuvo agradeciendo un buen rato

Una cosa curiosa es que al llegar a la estación faltaban 30 minutos así que nos ayudó a llevar las maletas dentro y las dejó en una esquina y nos invitó a ir a subir de nuevo al coche porque nos quería enseñar un puente en la ciudad. Nos dijo que no nos preocupáramos de las maletas.

El puente precioso. Os lo pongo en foto. Y al volver, nuestras maletas allí estaban. Es uno de los más viejos del lugar y atraviesa un río muy embravecido.

Hasta Kyoto hicimos 2 transbordos y fue todo a las mil maravillas, el transporte aquí es carísimo pero la puntualidad mejor que la suiza.

Ya en Kyoto fuimos a la Oficina de Información y nos indicaron cómo llegar al hotel. No es ninguna maravilla, pero para dormir vale y además está bastante accesible.

Enseguida nos fuimos a comer y acabamos en el Kosendo-sumi. Un sitio pequeño regentado por 3 mujeres que lo primero que nos preguntaron era cómo habíamos encontrado el restaurante (vía Lonely Planet). Con un inglés perfecto nos comentó que en su local se servía un sólo menú. Se interesó por si habían vegetarianos y acto seguido nos mostró lo que sería el menú.

Esa tarde fuimos paseando hasta el distrito de Gion que es donde las Geishas viven (las pocas que quedan hoy día). Vimos una (aunque no se si era una Maiko).


Acabamos en un templo por allí cerca y fuimos paseando de nuevo por el hotel por una calle comercial y luego por las callejuelas.

Estas callejuelas de Kyoto son estupendas porque encierran grandes tesoros ya sea de restaurantes, tiendecitas, etc. Encontramos una tipo anticuario pero sin los precios propios con mil y un cachivache. Y cómo no, con placas publicitarias de metal como las 7 u 8 que ya tenemos en casa. Estábamos francamente cansados así que sólo echamos un vistazo y vi la que me quedaría.

Para cenar no teníamos ánimos así que decidimos comer una hamburguesa en un restaurante local (así, además, el presupuesto diario no se nos dispara).