viernes, 14 de agosto de 2009

Nara

Después del día tan malo en Wakayama decidimos que la mejor opción era ir a Nara.

En Nara básicamente hay que hacer una ruta de medio día (aprox) viendo templos. Hay alguno bastante grande.

Además, es conocida porque en los recintos de los templos y casi en el límite de lo que sería la ciudad hay un montón de ciervos salvajes. En su día, se pensó que eran mensajeros de los dioses o que estaban más cerca de los dioses, el caso es que los protegían y al final se han convertido en un “tesoro nacional”. Cuando sales de las calles de Nara para enfilar la ruta es muy curioso porque enseguida te los encuentras.

Lejos de ser algo “mono” lo que se ha convertido es en un pequeño circo. A lo largo de la ruta hay varios puestos de galletas para ciervos y ellos que no son tontos saben dónde se tienen que poner para comer. Así que la multitud de turistas compran galletas y alrededor del puesto hay como 10 o 15 ciervos esperando que sólo tienen que avasallar al visitante que casi siempre suelta las galletas por miedo a llevarse un bocado.

Nosotros no compramos galletas, con ver cómo los demás sufrían la voracidad de los ciervos era suficiente.


El día no acompañó para nada, de hecho estuvo lloviendo prácticamente todo el rato que estuvimos por allí. Al final tuvimos que comprar paraguas porque era imposible.

Lo de los templos es un poco más de lo mismo, más grandes, con el Buda así o asá, etc. El que fuimos a ver tenía una puerta previa con 2 fieros guardianes labrados en madera del s. XII o así, la verdad es que impresionaban. Después de la puerta entrabas en el recinto y la sala principal con un buda gigante de nosecuantas toneladas de bronce y algo de oro.

Después estuvimos paseando por los otros templos y recintos.

Comimos en uno que tenía una balconada donde se veía el templo de antes y la llanura de Nara, lástima que con la lluvia y la niebla no se veía mucho, pero igualmente impresionaba.

Al final volvimos hacia Wakayama y como casi todo estaba cerrado por la hora comimos en la estación en un baretillo de los que había por allí. Al lado teníamos un koreano pesao que nos dio la cena y para colmo fue cara para lo que comimos.

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